jueves, 31 de mayo de 2012

PALABRAS DE SABIDURÍA



¿PUEDE EL SER HUMANO DECIR "SOY PERFECTO"? O ¿"YA NO NECESITO ELEVARME MÁS?


Por: Avdiel Ben Obed
¡No! ¿Por qué? Porque la Perfección no es una cualidad humana, sino una cualidad divina, perfecto solo es el Creador. Por lo mismo el Creador no le pide al ser humano que sea perfecto, porque esto sería imposible lograrlo.
Dentro del ámbito hebreo cuando se usa el término en lengua española "Perfección" en relación al ser humano, lo que se quiere decir es que dentro de nuestras limitantes como seres humanos lo Máximo que podemos aspirar a lograr es dominar nuestros impulsos, nuestras inclinaciones, lograr un Corazón Puro. Cuando logramos esto podemos lograr todo lo demás.
En hebreo esto es Temimut (un grado de "Simpleza" consiente = Pureza de Corazón), cuando no eres malicioso, cuando no eres habilidoso, en relación con el Creador y con el ser humano. De esta cualidad habló muchas veces Rabenu Iehoshua: "sean Temimim", lo que se traduce al español comúnmente como "sean Perfectos", que realmente no es perfección, sino es el mayor grado que podemos aspirar como seres humanos. De ahí viene la frase "Tzadik Tamim", traducido como "Justo Perfecto", aquel que logra dominar su Yo egoísta.
Ahora, aplicando este concepto en relación al tema de la pregunta sobre "el tzadik que sufre":
La cualidad de Temimut es muy difícil de lograr, requiere de mucho esfuerzo, de muchas pruebas, y esto es percibido en nuestro mundo como SUFRIMIENTOS. Entonces conociendo la existencia de esta cualidad, cada sufrimiento que experimentamos debe canalizarse para acercarnos a esa Cualidad, porque de esta dependen las otras. En el caso de los Tzadikim, ellos no son probados para adquirir esta cualidad, sino para CRECER en esta cualidad, para aumentarla, son Tzadikim porque ya poseen previamente esta cualidad, solo necesitan "perfeccionarla", estos son los Tzadikim que sufren en el 1er Nivel, porque aunque son tzadikim, aun necesitan "perfeccionarse" en esta cualidad, aun necesitan crecer más, por la simple razón de que TIENEN LA CAPACIDAD de lograrlo, de lo contrario no sufrieran (no fuesen probados).
Pero cuando un Tzadik después de mucho sufrimiento ("muchas Pruebas") perfecciona esta cualidad (OJO! esta cualidad de Temimut no es solo un "estado" sino una vivencia, una práctica). Es posible que aun así le sobrevengan sufrimientos, ¿para qué? Para el bien de otros. Estamos ante un gran ser humano, alguien muy elevado, si hay 3 como estos en cada generación es muy milagro! Ellos no viven para sí sino para otros, así que por medio los sufrimientos que le acontecen se logra expiar el error de los demás que al contemplar los sufrimientos HACEN TESHUVA honrando al Tzadik e imitandolo en cada detalle. Estos Tzadkim aceptan estos sufrimientos por amor (deseo de dar) a los demás. Estos sufrimientos no necesariamente "perfeccionan" al tzadik, pues ya el no requiere más "perfección", o sea ya el domina la cualidad de Temimut, sino mas bien los sufrimientos resultan ser una gran recompensa ante su Padre! La recompensa la encuentran en el GOZO o el DELEITE de experimentar Ahava (el deseo de dar) en Temimut (en pureza de corazón). La recompensa la encuentran en imitar a su Padre! Este el único deseo o necesidad de este tipo de Tzadikim!

miércoles, 23 de mayo de 2012

AMAD@


EL ALMA Y EL CUERPO











AMOR Y MATRIMONIO, UNA PERSPECTIVA KABALÍSTICA


Selección extraída de Anatomía del Alma
Hombre y mujer Él los creó.
Génesis 1:27
Enseña el Zohar que cada alma contiene características "masculinas" y "femeninas". Cuando llega el momento en que un alma determinada debe descender al mundo físico, ésta se separa y sus características se vuelven una "entidad dual", una parte masculina y la otra femenina. Este es el gran significado del matrimonio y de la unión marital: volver a juntar las "dos mitades" de un alma (ver Zohar III, 283b).
Así podemos comprender mejor una interesante enseñanza del Ari: cada una de las Diez Sefirot corresponde a uno de los Santos Nombres de Dios, cada uno de los cuales expresa un específico poder de Dios. 
El Santo Nombre que corresponde a Iesod es Shadai, que se traduce como, "¡Hay suficiente!". Este nombre implica que Dios tiene la capacidad absoluta para darle a cada persona todo lo que necesite. El Santo Nombre correspondiente a Maljut es Adonai, que connota "Señor", pues Él es el Señor del Universo y Rey de todo.
El versículo afirma (Génesis 35:11), "Yo soy El Shadai; fructificad y multiplicaos...". Expandiendo las letras del Santo Nombre ShaDaI (Shin, Dalet, Iud) se produce la letra Shin (Shin, Iud, Nun), la letra Dalet (Dalet, Lamed, Tav) y la letra Iud (Iud, Vav, Dalet). Si se eliminan las letras iniciales de cada una de ellas, nos quedan las "letras ocultas" Iud, Nun (cuyo valor es 60), Lamed, Tav (430) y Vav, Dalet (10). Estos valores de las letras suman 500.
Hemos indicado que el hombre tiene 248 miembros, mientras que la mujer tiene 252 miembros. La suma de los miembros de la entidad unificada formada al unir los dos individuos separados, el hombre y la mujer, es 500 (ver Baal HaTurim sobre Génesis 35:11). Dado que las relaciones maritales deben ser realizadas con recato, ocultas de la vista, estas "letras ocultas" (que no son pronunciadas) corresponden a la relación especial entre hombre y mujer, la que los une en santidad para que puedan procrear. Cuando la pareja reconoce la importancia del acto marital - la belleza e intimidad que existe en la unión de dos opuestos - se alcanza entonces la paz y el Reinado de Dios se establece más firmemente.
Iesod
El Ari habla de Or Iashar (Luz Directa) y de Or Jozer (Luz Refleja). Dios nos envía la abundancia que nos sustenta. Con ella vivimos y somos capaces de realizar buenas acciones. De manera recíproca, estas buenas acciones Le dan a Dios un cierto placer. Como un padre y una madre, Dios se alegra cuando Sus hijos "crecen" y se vuelven capaces de Imitarlo. Este es el najes (placer) que Él recibe de nuestras buenas acciones. Cuando buscamos emular a Dios, ello es considerado como si Le hubiésemos dado algo en retorno.
Enseña el Rebe Najmán:
El benefactor corresponde al aspecto masculino, mientras que el beneficiario corresponde al aspecto femenino. Aquél que da corresponde al hombre. Aquél que recibe corresponde a la mujer. 
Este principio se aplica a todos los Universos y a todos los niveles. Incluso el Santo, bendito sea, cuando recibe placer del cumplimiento de una buena acción por parte de Sus creaciones, es considerado, si así pudiera decirse, un Beneficiario, reflejando el Aspecto Femenino (Likutey Moharán I, 73:2).
Este concepto puede ser visto en términos de la interacción del hombre con Dios a través de las Diez Sefirot: la abundancia de Dios se expande desde Arriba, a lo largo del sendero de las Sefirot, a través de Iesod y hasta Maljut. Maljut, como ya hemos mencionado, es la más baja de las Sefirot y el punto a través del cual el hombre puede llegar a reconocer y servir a Dios. Aceptar el Reinado de Dios es el primer paso para acercarse a Él. De modo que inicialmente es a través de la Sefirá de Maljut que interactuamos y establecemos una relación fundamental con Dios. (Recordemos que Maljutcorresponde a lo femenino pues se basa en el rol de aceptación del yugo del Reinado de Dios). Sólo luego de haber aceptado el yugo de Su Maljut (Reinado) es posible comenzar a relacionarse con Iesod como el puente hacia los ámbitos superiores. Así como Dios siente placer al enviarnos Su abundancia, también recibe placer de Sus criaturas cuando éstas avanzan hacia niveles superiores en el reconocimiento y servicio a Dios.
La Sefirá de Iesod corresponde al brit, el órgano reproductor masculino; en laKabalá, Iesod es llamado Jai Olamim - la "Vida de los Mundos" (Zohar I, 193b). "Vida" , pues por un lado sirve al propósito y a la esencia misma de la vida y por otro, porque se dice que está "vivo" , es decir, es un instrumento para dar la vida; "Mundos", porque Iesod actúa como un catalizador, permitiendo la interacción entre los Mundos Superiores y este mundo (Maljut). Así como laSefirá de Iesod transfiere shefa desde las Sefirot superiores hacia la Sefirá deMaljut, Iesod es también el punto de retorno desde donde Maljut, habiendo derivado su fuerza vital y abundancia desde Arriba, puede devolver a Dios el placer de Sus criaturas al servirLo. "Iesod representa así uno de los más grandes placeres humanos. Es el tipo de placer que incluye los niveles más profundos de la mente humana. 
El placer puede ser bueno o malo, pues puede llevar hacia una u otra dirección" (Innerspace, p.69). Si el nivel de Iesod de la persona es de santidad, la llevará a buscar niveles más elevados de Divinidad. Pero el deseo sexual puede ser utilizado (y en general lo es) para alejar de la espiritualidad. En los próximos capítulos trataremos el significado del hecho de que la lujuria y la espiritualidad emanen de la misma fuente.
Amor y Matrimonio
Abraham es el paradigma de Jesed (actos de bondad). Su amor por sus congéneres era tan grande que constantemente buscaba una ocasión para ayudar a los demás. Es por esto que mereció ser la primera persona a la cual se le ordenó cumplir con la mitzvá de la milá. ¿Cuál es la conexión entre Jesedy milá?
Como hemos visto, la energía de Jesed sólo puede revelarse a través de Iesod. En tiempos de Abraham aún no había sido entregada la Torá; ¿de qué manera se manifestaba su devoción a Dios? A través de su gran anhelo y deseo por servir a Dios. Abraham sintió que la misión de su vida era revelar al mundo el Jesed de Dios y Su Reinado. También sentía un tremendo deseo de compartir su propio amor y bondad con los demás. Y para poder traer tanto amor al mundo, tuvo que ser circuncidado. 
La circuncisión eliminó todas las klipot que podían impedirle transferirles a los demás el Jesed y la shefa de Dios. Espiritualmente esto significa que debía eliminar todo rasgo negativo, simbolizado por el prepucio. Enseña el Rebe Najmán:
Jesed - amor - se muestra a través del deseo y el anhelo de la persona. Aquél que tiene un gran amor, tendrá un profundo anhelo por alcanzar lo que desea. Este amor se manifiesta en el brit (Likutey Moharán I, 31:6).
El amor, al igual que Jesed, significa entregarse sin reservas a los demás. Esto define el objetivo del matrimonio: cada miembro de la pareja debe comprometerse a dar de sí mismo de manera total e incondicionalmente. El lazo del matrimonio es esencialmente espiritual, una unión que trasciende los deseos físicos y las necesidades materiales de los miembros de la pareja. Aquél que se concentra en el lazo espiritual que hay entre marido y mujer llegará a percibir que existe un espíritu que rodea este amor y que sobrepasa por mucho su lazo físico. Las parejas que entran al matrimonio con esta actitud podrán sobrellevar las malas épocas que inevitablemente deberán enfrentar, pues su Pacto se centraliza alrededor de las necesidades más importantes de ambos - sus necesidades espirituales.
Cuando, por el contrario, una pareja se une sólo sobre la base de la atracción física, con el paso del tiempo el matrimonio se deteriora; su relación se desgasta y ambos comienzan a alejarse. Si su concepto de la vida tiende a ser "anticuado", podrán sentir la responsabilidad de mantenerse juntos, quizás para bien de los hijos, pero ninguno de los dos disfrutará ya de la relación. Si son "modernos", pueden entregarse a relaciones ilícitas, extramaritales. La mentira entra en sus vidas y forma parte de la rutina diaria. El temor a ser descubiertos corroe lo poco que queda de una relación agonizante.
Si Jesed (es decir, el sentimiento de amor y bondad) de la relación es degradado, entonces también el brit es degradado, pues Jesed se manifiesta en Iesod. Es decir, si Jesed se encuentra degradado en su fuente, también estará dañado al manifestarse como Iesod, y ello se reflejará en la relación física dentro del matrimonio. En la mayoría de los casos, es el amor el que ha sido dañado desde un comienzo, pues nunca fue un verdadero amor, basado en una unión espiritual. Más aún, como hemos explicado, Jesed es la primera revelación de los mojín (arriba, Capítulo 36). Como tal, un Pacto quebrado o engañoso es una señal segura de una mente degradada (ver Likutey Moharán I, 34:7).

LA ENTREGA DE LA TORÁ... EL MATRIMONIO CÓSMICO


Extraído de El misterio del matrimonio. Rabino Itzjak Ginsburgh. Editorial Obelisco
Nuestros sabios se refieren a la entrega de la Torá en el monte Sinaí como al matrimonio del pueblo de Israel con Dios [3]. De aquí que los sucesos conducentes a la entrega de la Torá pueden compararse a las etapas que conducen a la unión del esposo y la esposa ya descritos.
El exilio en Egipto es el prototipo de todos los exilios que el pueblo de Israel ha sufrido [4], así como el de todos los estados personales de alienación de Dios que cada individuo pueda experimentar. Egipto se identifica como un sitio de impureza espiritual [5], y en este contexto puede considerarse símbolo de los días de observación, que se han identificado con el estado espiritual de sumisión.
El descenso de la casa de Jacob a Egipto, la caída existencial del pueblo judío al exilio [6], corresponde a la primera señal de sangre del período menstrual, la experiencia de sumisión dentro de sumisión.
Durante el exilio egipcio, el pueblo de Israel mantuvo su identidad única. No cambió sus nombres, su lenguaje o vestimentas, y observó meticulosamente las leyes de Pureza Familiar que los patriarcas y las matriarcas enseñaron [7]. Más aún, su fe en la redención prometida nunca flaqueó [8]. El período del exilio corresponde entonces al nivel de separación dentro de sumisión [9].
El éxodo de Egipto simboliza el cese del flujo menstrual y la interrupción hacia la pureza, el nivel de dulcificación dentro de sumisión.
Incluso después del éxodo, el pueblo de Israel temía que los egipcios lo persiguieran y lo forzaran a regresar al exilio. Por lo tanto ellos contaban los días transcurridos desde su éxodo, como "pellizcándose" para asegurarse que su liberación era real.
Pese a que la amenaza física de persecución cesó cuando Dios ahogó al ejército egipcio en el mar, la posibilidad de regresar a la mentalidad de esclavitud de Egipto (e incluso de regresar voluntariamente a la tierra de Egipto) no desapareció [10]. Por esta razón, cada uno de los cuarenta y nueve días desde el éxodo hasta la entrega de la Torá es considerado un paso adicional en el distanciamiento de Egipto. Este estado mental corresponde al estado de sumisión dentro de separación.
Este cómputo, sin embargo, no estaba únicamente relacionado al pasado (la huida de Egipto) sino también al futuro (la entrega de la Torá)[11] . Día tras día aumentaba la expectativa del pueblo por su encuentro y "matrimonio" con Dios en el monte Sinaí. El Zohar [12] hace un paralelo entre este período de siete semanas de cómputo y los siete días de limpieza que preceden a la inmersión ritual en la mikve. Esto corresponde al nivel de separación dentro de separación.
La inmersión del pueblo de Israel en la mikve antes de recibir la Torá se asemeja a la inmersión de la esposa antes de unirse con su marido y corresponde al nivel de dulcificación dentro de separación.
Tres días antes de entregar la Torá, Dios ordenó a Moisés que cercara el monte Sinaí y prohibiera a la gente acercarse a la montaña, con el propósito de infundirles una sensación de modestia y moderación al consumar su relación con Dios [13]. Esto corresponde al nivel de sumisión dentro de dulcificación.
Durante estos tres días de restricción se ordenó al pueblo que se abstuviese de relaciones maritales, para que estuvieran puros de cuerpo y espíritu [14]. Esta pureza les permitió concentrarse solamente en su novio Divino [15] mientras Su voz les habló desde todas las direcciones (y dimensiones) de la realidad [16].
El día anterior a los tres días de restricción, el pueblo le dijo a Moisés: "Deseamos contemplar a nuestro Rey por nosotros mismos" [17](en lugar de recibir la Torá a través de un intermediario). En el momento de la entrega de la Torá, su pedido fue concedido. Esto corresponde al nivel de separación dentro de dulcificación.
En la entrega de la Torá, Dios nos concedió, por así decirlo, la simiente de Su esencia, así como en las relaciones maritales el marido transmite su esencia a su esposa [18]. En ese momento, el propio ser de la esposa se fusiona con el de su esposo, y comienza a integrar la simiente del ser de él dentro sí misma. Aquí, el novio Divino y la novia, Dios e Israel, alcanzan la cumbre de éxtasis en su unión sagrada; el pueblo se convierte en "el pueblo en cuyo corazón está Mi Torá" [19]. Esto corresponde al nivel de dulcificación dentro de dulcificación.
En resumen:
Ciclo de relaciones maritales
Éxodo de Egipto
Dulcificación
Días de Pureza
Dulcificación
Goce de las relaciones Maritales
Recepción de la Torá
Separación
Pensamientos adecuados durante las relaciones
Pureza corporal; centrarse en Dios
Sumisión
Conducta modesta durante las relaciones
Restricción de ascender al monte Sinaí
Separación
Días de limpieza
Dulcificación
Inmersión ritual en la mikve
Purificación en la mikve
Separación
Expectación del Reencuentro
Cuenta de los días hasta el monte Sinaí
Sumisión
Revisaciones diarias
Amenaza de persecución de los egipcios
Sumisión
Días de Observa ción
Dulcificación
Sección 1.01 Interrupción hasta la purificación
Éxodo de Egipto
Separación
Observación de las Leyes de separación
Aferrarse a la identidad judía
Sumisión
Aparición del flujo menstrual
Descenso al exilio egipcio

3-Ta´anit 26b.
4- "Todas las naciones [que subyugan a Israel] son denominadas ´Egipto´ [Mitzraim], ya que todos oprimen [Metzirut] a Israel" (Bereishit Raba 16:4).
5- Ver pág., llamada 46.
6- Aunque la severa opresión física del exilio egipcio comenzó sólo 124 años después (86 años antes del éxodo), la opresión espiritual comenzó en el momento en el que los judíos dejaron su entorno natural y sagrado, la tierra de Israel, y descendieron a Egipto, el sitio de la impureza espiritual.
7- Ver Midrash Tehilim 114:4; Vayikra Raba 32:5; Shir HaShirim Raba 4:24, etc. Pesikta Zotarta, Exodo 6:6.
8- La fuerza de la fe en la redención depende de la observación de las leyes de Pureza Familiar. La raíz psicológica de la anticipación de reunión, anticipación consciente en constante aumento, separación dentro de separación, está en este nivel de separación dentro de sumisión. En el nivel de separación dentro de separación, uno anticipa la alegría de la misma unión marital, que es paralela a la entrega de la Torá en el monte Sinaí. En el nivel de separación dentro de sumisión, uno posee fe (consciente o inconsciente) en la inminente redención de Egipto, el cese de los días de "mirar" y el comienzo de los días de limpieza.
9- Maguen Avot, loc.cit.
10- Esto puede verse en el hecho que durante su travesía del desierto los judíos perdieron el ánimo, lamentándose de haber abandonado Egipto e incluso sugirieron regresar (Exodo 13:17, 14:10-12, 17:3; Números 11:5, 11:20, 14:3-4, 20:5,21:5).11- Este cómputo se transformó después en la mitzva del cómputo del Omer (Rabeinu Nissim, Commentary on Sefer HaHalajot, fin de Pesajim).
12- 3:97b. El día de la entrega de la Torá es la festividad de Shavuot, cuyo nombre significa "semanas", indicando que la esencia revelada en ese día es consecuencia directa del servicio espiritual que conduce al mismo, la anticipación de contar los días y las semanas.
13- Moisés era aquí el emisario del pueblo, a través de él hablaron con Dios y recibieron Su Torá "cara a cara". Como lo explicaremos en el cap. 15, los lugares más íntimos de las almas de la pareja se aproximan y se unen en virtud de su conducta modesta durante las relaciones maritales. De la misma manera, Moisés, el lugar más íntimo del alma colectiva del pueblo judío, ascendió a encontrarse con Dios en la montaña, mientras que el Mismo Dios descendía para darle a Moisés el lugar más íntimo de Su propio Ser, por así decirlo, la Torá (ver llamada 17 a continuación).
14- Relaciones maritales imparten cierto grado de impureza ritual a la pareja (Levítico 15:16-18), que les impide entrar al Templo o comer ciertas categorías de alimento hasta el atardecer, después de sumergirse en la mikve. 
15- Esto en particular se refiere a la concentración de todas sus energías maritales, su da´at.
16- Éxodo 20:14; Rashi ad loc.
17- Mejilta, Yitro 19:9.
18- La primera palabra dicha por Dios al pueblo de Israel en Sinaí, la primera palabra de los Diez Mandamientos: "Yo", es un acrónimo de "He escrito y transmitido (a vosotros) a Mi Mismo" (Pesikta Zotarta, Yitro 20; Midrash Tanjuma, ed. Buber, Yitro 16, etc.) ver también Likutei Torá 4:93d.
19- Isaías 51:7.

EL ALMA EN ESTE MUNDO


Parábola y enseñanzas jasídicas. Selección extraída del libro "Bajo la Mesa y Cómo Subir de Allí" por Avraham Greenbaum, © Breslov Research Institute.
¿Qué es el alma? La naturaleza intrínseca del alma en su estado no corporal, está más allá de nuestra comprensión, mientras vivamos en este mundo. El alma se origina más allá de este mundo, mientras que nosotros nos hallamos en él, siendo nuestras mentes y patrones de comprensión también mundanos. Dado que los poderes del alma son disminuidos al entrar a este mundo, no podemos conocer respecto de su naturaleza intrínseca a partir de la manera en la cual ella se nos aparece. Del alma suele decirse que es "eterna," "espíritu Puro", etc. Pero sólo nos es posible tener una vaga noción de lo que esos términos realmente significan.
"Lámpara del Señor es el alma del hombre, que escudriña todos los rincones del cuerpo." (Proverbios 20:27). Como hemos visto, la Divinidad es llamada,, metafóricamente, luz. El alma es llamada "lámpara," pues es una pequeña chispa de la luz de Dios, "una parte del Dios de arriba" (Job 31:2). En su esencia intrínseca, el alma es parte de Dios: se halla, en última instancia, enraizada en la unidad perfecta de Dios. Pero es voluntad de Dios dar al alma una existencia independiente y separada con la finalidad de probarla y permitirle retomar El, fundiéndose entonces en Su unidad a un nivel más elevado aún. Este es el destino último del alma. Tal como una vela se eleva para unirse con un fuego mayor, así el alma anhela retomar a su Fuente.
Este oscurecido mundo, al cual es enviada el alma, es un "vientre," un lugar de desarrollo y crecimiento. Es una preparación para el eventual "nacimiento" del alma ámbito espiritual superior. Ámbito al que asciende luego de la muerte del cuerpo. Con el fin de proveer las condiciones necesarias para la prueba, este mundo fue creado como un, lugar bien diferente del ámbito espiritual eterno. Y dado que este mundo es físico y temporal, el alma sólo puede habitar en él dentro de un cuerpo físico y temporario, con sus propias, necesidades y deseos. Y esto es lo que crea las condiciones para el desafío del alma.
Para poder cumplir con su trabajo espiritual, el alma necesita del cuerpo como vehículo para operar en y sobre el, mundo físico y finito. El cuerpo se halla espléndidamente diseñado para cumplir una interminable cantidad de actividades. Usando el cuerpo como un medio, el alma es, capaz de formar estructuras, en el mundo físico, que revelen la Divinidad oculta bajo la superficie. (Así, muchas de las mitzvot prácticas conllevan el uso de objetos físicos, tales como pergamino y cuero en los rollos de la Torá, Tefilin y Mezuzah, o vegetales, como en el caso del Lulav y el Etrog, etc, con el fin de manifestar la soberanía de Dios sobre el mundo). Estas actividades traen Divinidad al alma misma, beneficiándola para cuando deje este mundo y retorne a los ámbitos espirituales superiores. Para cumplir con su misión espiritual en este mundo, el alma debe dominar al cuerpo, usándolo para propósitos Divinos.
Pero el cuerpo es de este mundo, y a los efectos de su supervivencia, tiene variedad de necesidades materiales propias. Es posible satisfacer todas las necesidades reales del cuerpo de una manera pura y santa, y de hecho, el propósito del alma es hacer esto, como de un medio para manifestar la soberanía de Dios. Pero, satisfacer nuestras necesidades físicas básicas, como alimento, vestimenta, refugio, procreación, etc., conlleva una cantidad de actividades que consumen tiempo, y cantidad de relaciones que pueden distraernos y alejarnos con facilidad de nuestros objetivos espirituales.
Para intensificar aún más el desafío del alma, el cuerpo se presenta como fuente de un conjunto de atracciones materiales y de deseos que van más allá de lo necesario para sobrevivir. Y éstos no sólo le impiden al alma cumplir con su misión, sino que pueden llegar, incluso, a alejarla de ello por completo.
¿Qué comida, y en qué cantidad, es necesaria para una buena nutrición? ¿Cuándo es que el deseo de comer se vuelve excesivo? ¿Cuánto necesitamos dormir y cuánto nos gusta ser perezosos? ¿Hasta dónde el trabajo es en pro de una vida decente y una genuina seguridad, y cuándo se toma una carrera obsesiva detrás de fantasmas? ¿Cuándo el deseo sexual es natural y deseable, y cuándo se vuelve una pasión que desborda la mente y destruye la vida? ¿Hasta qué punto una persona debe ser obstinada y hasta dónde la persecución de los propios intereses y legítima autodefensa se transforman en hambre de poder y agresión? Y más y más...
En todas las áreas de la vida material, la frontera entre lo que es necesario y lo excesivo, es muy vaga. El cuerpo por naturaleza, se deja arrastrar más y más, sobrepasando el límite. Las tentaciones materiales del entorno, y nuestra urgencia interior para ir detrás de ellas, oscurecen el "vientre," es decir este mundo, perturbando sus intrincados pasajes con toda clase de trampas, obstáculos y callejones sin salida. La tarea del alma, la "lámpara de Dios," es hacer brillar la luz y la sabiduría Divinas en estos pasajes, para distinguir así entre lo que es bueno, necesario y benéfico, de aquello que es excesivo, dañino y maligno.
El Nefesh
Nuestros Sabios enseñan que el alma consiste de tres partes primordiales: neshamá, ruaj, y nefesh. De estas tres, neshama es la más alta: es la fuente última de todos los poderes de nuestra alma, tal como aparecen en este mundo. Pero ella misma no se manifiesta directamente aquí. Permanece unida a Dios en un plano de puro espíritu. Es el nefesh el que viene a este mundo, residiendo en el cuerpo, y animándolo. El nefesh se conecta con la neshama mediante el ruaj, que es una especie de "canal" espiritual, a través del cual la vitalidad Divina, potencial, fluye desde la neshama hacia el nefesh.
Cada uno de nosotros es un ser separado, independiente, pensante y sensible. No somos objetos, sino sujetos, experimentando y respondiendo al mundo que nos rodea y al rico ámbito interior compuesto por pensamientos, sentimientos, emociones, instintos, impulsos, voliciones y deseos. El sujeto que experimenta todos estos estímulos y que actúa en concordancia, el Yo, el ego, es el nefesh.
El nefesh se manifiesta como la pluralidad de facultades físicas y mentales tal como se nos dan para nuestra vida en este mundo, desde las más espirituales y trascendentes, hasta las, más materiales y mundanas. Es el nefesh quién nos da la sensación de existencia como seres independientes, con varios niveles de conciencia, y de nuestra auto percepción interior, de nuestro cuerpo y de nuestro entorno. El nefesh es la fuente de nuestras facultades de lenguaje, razonamiento, sentimiento, memoria, imaginación y creatividad, y de nuestra habilidad para concebir objetivos, formular planes y ejecutarlos. También es mediante el nefesh que las necesidades de nuestro cuerpo entran a nuestra conciencia en forma de instintos y deseos.
El nefesh no es una entidad estática que nos alimenta de impulsos y respuestas pre programados. Nuestras facultades no están del todo desarrolladas al nacer, y no permanecen estáticas a lo largo de nuestras vidas. Quizás sea mejor caracterizar al nefesh como potencial. Potencial que podemos actualizar en mayor o menor medida y en variedad de diferentes direcciones, a lo largo de nuestras vidas. La manera específica en que nos actualicemos, depende de muchos factores diferentes, incluyendo el cuerpo físico y los poderes innatos de los que estamos dotados; del ámbito material, familiar, social y cultural, en los cuales hemos crecido y vivido; de la variedad de influencias a las que hemos estado expuestos, a nuestras experiencias de vida, y a todas las diferentes elecciones que hemos realizado a lo largo de nuestras vidas.
Así, pues, nuestra facultad más importante es la habilidad de concebir objetivos y perseguirlos a través del accionar adecuado. De esta forma actualizamos nuestro potencial. El mundo que nos rodea presenta toda clase de opciones, posibilidades, sugerencias e imperativos, a los cuales respondemos de manera única e individual, desarrollando nuestros propios objetivos y ambiciones, desde los más simples e inmediatos, hasta los más grandiosos y elevados. La mayor parte de la vida mental está compuesta de una sucesión de pensamientos, imágenes, proyectos, planes, esperanzas y sueños de cosas que nos gustaría alcanzar, que van desde lo práctico y posible hasta lo salvajemente fantástico.
Todo objetivo comienza como una idea que puede ser clara o nebulosa. Para realizar un objetivo particular, la idea que está detrás de él debe ser desarrollada y trabajada. La fuerza motriz que produce la transición de lo potencial a lo actual es la voluntad. A través del poder de la voluntad, tomamos el control de las facultades necesarias para obtener lo que queremos: facultades como el razonamiento, la emoción, la ejecución física, etc. ¿Cuál es nuestro objetivo, y cuán motivados estamos para alcanzarlo? ¿Cuánto queremos lo que queremos? ¿Lo anhelamos suficientemente como para realizarlo? La voluntad es la verdadera esencia del nefesh.
La Batalla de Las Voluntades
Si tuviéramos una mente unitaria, podríamos alcanzar nuestros objetivos sin lucha interior. Pero no es así. Uno desea estar en forma y sano, pero le gusta comer todos los alimentos incorrectos. Se desea estudiar, pero se está cansado y se prefiere reposar, o leer el diario o una novela. Uno querría ahorrar dinero para algo importante, pero no puede resistir el atractivo de un buen precio o de un pequeño lujo. Uno quiere ser caritativo y bueno, pero termina siendo egoísta e irascible. Y así.
El desafío que nos enfrenta en este mundo emana de nuestra falta de unidad mental. Cuánto más desarrollamos el lado espiritual del nefesh, más recibimos de la neshama, permitiéndonos así, elevamos a niveles de Divinidad cada vez más altos. Pero a cada paso del camino nos tentamos con distracciones materiales, y a veces las cosas que queremos se contraponen entre sí, y nos encontramos arrastrados hacia diferentes direcciones.
Aunque sintamos que todos estos deseos y contradicciones provienen de nuestro interior, que todos ellos parecen igualmente -nuestros- es importante comprender que provienen de dos polos del nefesh, fundamentalmente opuestos. La mayoría de la gente se ve a sí misma como una unidad, el Yo. Pero, de hecho, el nefesh es de naturaleza dual. El nefesh es la interface de dos planos opuestos de nuestro ser.
A través del nefesh, el alma superior se esfuerza en seguir las oportunidades espirituales del mundo que nos rodea, practicando las mitzvot. La neshama busca dirigir las diversas facultades del nefesh, intelectuales, emocionales y físicas, para cumplir así con su misión. Por otro lado, las atracciones materiales del mundo circundante excitan al yo inferior, el que se esfuerza entonces por dirigir esas mismas facultades en persecución y gratificación de sus deseos.
Así entonces, se pueden distinguir dos fuentes distintas en el origen de la voluntad del nefesh: una, que lleva hacia las aspiraciones y objetivos espirituales, y que deriva de la neshama, y la otra que arrastra hacia la satisfacción material y el placer, y que está enraizada en el cuerpo. La literatura de la Torá se refiere a veces a cada uno de estos polos con la palabra nefesh, o alma en sí misma, siendo respectivamente: el Alma Divina y el Alma Animal. Comúnmente se las llama elIetzer HaTov y el Ietzer HaRa, es decir la Buena y la Mala inclinación. En nuestra historia se hallan simbolizadas por el Príncipe real y el inflado yo-Pavo que lo ha dominado.
La palabra Ietzer deriva de la raíz Hebrea iatzar, que significa formar o construir. La formación a la que hace referencia es la del yo actualizado, la persona que uno deviene a través de las acciones que elige. La formación comienza con la concepción, el pensamiento y la motivación. El Ietzer es la, fuente de los pensamientos, sentimientos e impulso, orientados en una dirección particular. El Ietzer HaTov es la fuente de aquellos impulsos dirigidos hacia el Bien, en el sentido absoluto del término, aquel bien que es verdaderamente Divino y que se halla en concordancia con nuestro objetivo último. El Ietzer HaRa es el origen de todas nuestras urgencias por aquellas cosas que nos arrastran lejos de nuestro objetivo último, desde los deseos físicos más crudos, hasta las delicias más sofisticadas del mundo social y cultural.
Aunque en su raíz ambos Ietzer son opuestos, mientras el alma está unida al cuerpo, estos dos polos del nefesh se hallan entremezclados en una unidad indiferenciada. Ambos hablan dentro nuestro con el pronombre "Yo." En general experimentamos el fluir de la conciencia como un tejido continuo y unitario, pero, de hecho, todos nuestros pensamientos, sentimientos, impulsos y reacciones, derivan de uno de los dos lados separados del nefesh, tal como se desarrollan en el curso de nuestras vidas. Son la fuente del yo, y el origen de los múltiples y conflictivos pensamientos, sentimientos, impulsos y aspiraciones, todos "nuestros." Las Almas Divina y Animal hablan, ambas, dentro nuestro con nuestra propia voz interior, dialogando, argumentando, luchando...-Yo pienso esto..." "pero siento que... "Debería hacer esto..." "pero quiero hacer aquello...," etc.
Los dos Ietzer son nuestro yo potencial, el superior y el inferior. Cuál de ellos seremos, depende de cómo respondamos a sus diferentes impulsos. Una idea, sentimiento o impulso llega a la mente: ¿debemos quedarnos con ella, desarrollarla y dejar que nos dirija, hasta que terminemos actuando de acuerdo a ella? ¿O debemos ignorarla, dejarla pasar, rechazarla o inclusive eliminarla a la fuerza? Cada decisión que tomamos tiene un efecto en el equilibrio entre los dos Ietzer, y sobre el curso que tomará en el futuro la lucha entre ellos. Y la persona que devenimos será un compuesto de todas las elecciones que hagamos durante nuestras vidas.
Avraham Greenbaum

miércoles, 16 de mayo de 2012

PALABRAS DE SABIDURÍA


Decía Rabí Akiva: "El que desposa una mujer a la que no ama, infringe cinco preceptos de la Torá: 1) No te vengarás. 2) No guardarás rencor. 3) No odiarás a tu prójimo. 4) Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 5) Que tu hermano viva contigo. (Pues si la odia, deseará que se muera).
Avot de Rabí Natán 26

PALABRAS DE SABIDURÍA


«Espiritual es todo aquello que no resulta afectado o cambiado ni por el espacio ni por el tiempo. No depende de estados emocionales o de lo que pensemos acerca de ello. Es la causa que genera todo el mundo material »
By. Iehudá Halevi Ashlag

PALABRAS DE SABIDURÍA

Dijo Rabí Shimón Bar Iojái: ¡Ay de quien diga que la Torá viene a contarnos relatos triviales! Siendo así, aún hoy podemos hacer «Torá» de relatos cotidianos y hasta más bellos que ellos. Y si la Torá viene a explicarnos asuntos de este mundo, los gobernantes del mundo tienen entre ellos asuntos más interesantes. Todas las palabras de la Torá se refieren a causas superiores, espirituales.