miércoles, 25 de abril de 2012

EL LLANTO DE LA MUJER



"El llanto de la mujer"
Por Rab. Rafael Freue Shelita
La Visión de la Torá sobre el Matrimonio

El Shela Hakadosh comenta en Perasha Vaiese: "El hombre debe comportarse con humildad y tranquilidad en su hogar. No debe obligar a su esposa a realizar cosas que ella no desea, sino que debe hablarle siempre de buena manera. Así dijeron los Jajamim: Quien tiene Shalom (paz) en su hogar, es considerado como si estuviera en Shalom con todo el mundo. El Zohar Hakadosh comenta al respecto: "El hombre debe comportarse en su hogar con tranquilidad y alegría sin que teman de él". El hombre es el que dirige su hogar y por lo tanto la responsabilidad del Shalom recae sobre sus hombros. Esta obligación se manifiesta de dos formas: 1) sus expresiones deben ser dulces y suaves, llenas de tranquilidad y comprensión. No deben ser con tensión, nerviosismo ni ofensivas. 2) su comportamiento y actitudes deben ser con gracia y serenidad, a pesar de las situaciones que se puedan presentar.

El Talmud, en Babá Mesiá 59 comenta al respecto: "Siempre el hombre debe cuidar de no hacer sufrir con sus expresiones a su mujer". El mismo Talmud explica el motivo especial que existe en este caso: la mujer es por naturaleza muy sensible. La prueba contundente de ello es que su llanto es más frecuente y espontáneo que el del hombre. Por lo tanto, es obligación de cada marido alegrar a su esposa y no hacerla sufrir con sus actitudes o expresiones, ya que su dolor es mucho más profundo que el del hombre. Se debe tener presente en cada circunstancia de la vida el precepto de la Torá: "No hará sufrir el hombre a su compañero" (Vaikrá 25).

Hasta tal punto llega este concepto, que incluso quien hace sufrir a su señora sin haber tenido esa intención puede recibir un castigo, como podemos observar en el siguiente suceso que relata la Guemará en Ketubot 62: "Rab Rejumi regresaba a su hogar todos los años en la víspera de Iom Kipur, luego de permanecer durante mucho tiempo estudiando en un Bet Hamidrash, ubicado lejos de su casa. En una oportunidad, se concentró tanto en su estudio que se retrasó del horario normal en el que solía regresar. Su esposa esperaba ansiosa y preocupada: ‘¿Cuándo llegará mi esposo?’. A cada instante decía: ‘¡Ya llegará, ya llegará!’. Su dolor hizo que en un momento determinado se derramaran unas lágrimas de sus ojos. Su marido seguía estudiando profundamente en el altillo de la Ieshibá y en forma imprevista, se derrumbó el techo sobre él y falleció instantáneamente".

Este terrible suceso es explicado por el Rab Jaim Shmulevich Z"L en su libro "Sijot Musar" de la siguiente forma: "El castigo que recibe quien hizo sufrir a su compañero no es simplemente para tranquilizar al perjudicado, puesto que, como vemos en este caso, la muerte de Rab Rejumi habrá provocado muchas más lágrimas a su señora que las que había derramado anteriormente. El concepto real es que la ofensa o el daño al prójimo es como un fuego que consume: todo el que pone su mano en él se quema. No se trata sólo de un castigo por su actitud, sino que es una ley natural y real".

Sucedió en una oportunidad con Ribí Zalman Malsu Z"L, que estaba viviendo en la casa de una familia, y fue a visitarlo un alumno suyo con quien se puso a conversar palabras de Torá. En un momento, el alumno vio que su maestro se levantó y rápidamente salió fuera de la casa. El alumno siguió al Rab y le preguntó el motivo de su actitud. La respuesta fue: "La mujer que trabaja en la limpieza de la casa comenzó a cantar y está prohibido escuchar cantar a una mujer; por eso me retiré". El alumno le sugirió al dueño de la casa que le pidiera a la mujer que dejara de cantar para que el Rab pudiera ingresar. El Rab instantáneamente respondió: "¡Déjenla, ella está ocupada con su trabajo! Está feliz con lo que hace y soy yo el que no puede escucharla. ¿Por mí debe sufrir? Yo debo salir para que ella siga cantando".

Aprendemos de este suceso hasta qué punto debemos cuidarnos de no hacer sufrir al otro, a pesar de que la intención sea cumplir con algún precepto. Con mucha más razón, que el hombre no debe hacer sufrir a su mujer, ni provocarle un dolor o avergonzarla, ya que se provoca de esa forma un daño a sí mismo.
  
Nuestros Sabios nos enseñan que los primeros días del matrimonio marcan una senda para toda la vida. Los primeros siete días del matrimonio son días de celebraciones y banquetes, en los cuales se alegran los novios y sus parientes. Y esos banquetes no son sólo para saborear ricas comidas, sino principalmente para agradecer a Hashem por la boda, y para aprovechar la ocasión invitando a los parientes y amigos a participar de la alegría. Se cumple una gran Mizvá al asociarse en ella.

La Simjá de los Siete Días de Banquetes (Sheba Berajot-Siete Bendiciones), tiene su antecedente en la Torá. En el libro Pirke Deribi Eliezer figura que lo aprendemos de lo que está escrito en la Perasha de esta semana, cuando Iaacob contrajo matrimonio con Lea, luego de lo cual se celebraron siete días de banquetes. En esa oportunidad, se congregaron todos los habitantes del pueblo a celebrar. Dijo entonces Hashem: "Ustedes le hicieron un favor a mi siervo Iaacob (de acompañarlo en su alegría). ¡Yo les daré a ustedes una recompensa eterna a través de vuestros hijos!".

También hemos visto una celebración de "Sheba Berajot" en el Libro de los Profetas, cuando Shimshon se casó y le organizaron siete días seguidos de banquetes, y lo trataron como a un verdadero rey.

Esto nos enseña que el novio y la novia son considerados como reyes en los días de Sheba Berajot. Así como todos alaban a un rey, también a los novios (dentro de los primeros siete días) los alaban y les rinden honores de reyes. Así como un rey se viste con ropas majestuosas, del mismo modo los novios se visten con ropas de fiesta todos esos días. Así como a un rey se lo recibe con banquetes, a los novios se los recibe con los mejores manjares. Así como el rey no trabaja, los novios no trabajan. Así como a un rey siempre se lo ve radiante, a los novios se los ve resplandecientes como el sol. Como está escrito: "(El sol) es como un novio que acaba de salir de su Jupá" (Tehilim 19).

Los días de Sheba Berajot son como una expresión de deseos: así como los primeros días del matrimonio son de fiesta y celebraciones, que todos los demás días de matrimonio de la nueva pareja sean igualmente de fiesta y alegría.

Analicemos para finalizar algunos consejos escritos en el libro "Una vida de felicidad" del Rab Shelomo Dob Cohen Shelita, que sirven para alcanzar el éxito en el matrimonio:

1) Aprovechar la fuerza interna que cada uno posee y sacarla a la luz en la vida matrimonial.

2) Comportarse con paciencia. Saber que no es posible esperar resultados maravillosos de un instante al otro. Se debe mejorar paso a paso para así llegar a la verdadera felicidad en el matrimonio.

3) Asumir las responsabilidades: cada uno debe tratar las situaciones que se presenten con el máximo de seriedad para obtener así los mejores resultados.

4) El buen trato: hay que recordar que todos tenemos faltas y la solución se encontrará sólo si la otra parte toma el problema como si fuera suyo propiamente y no se limita a marcárselo a su pareja sin ayudarla a superarlo.

5) Medicina preventiva: no esperar a que los problemas aparezcan para ver cómo solucionarlos, sino que se deben estrechar las relaciones en los momentos buenos para formar así un escudo que impedirá que se deterioren en los momentos más críticos.

6) No desesperarse por los tropiezos: cuando un niño comienza a caminar es normal que tropiece y se golpee. En forma similar, un matrimonio que intenta mejorar su relación, se encontrará con situaciones que aparentemente son retrocesos o caídas. No solamente que no hay que desesperar, sino que se deben aprovechar para levantarse con más fuerza y superarse continuamente.

7) Reconocer el esfuerzo del otro: cuando un integrante de la pareja intenta superarse, el otro debe alentarlo para seguir adelante y no debe criticarlo por los errores que pueda cometer.

La felicidad en el matrimonio no depende de que no se presenten pruebas en la vida, sino de la buena relación y de la unión de la pareja en todas las situaciones que se deban atravesar. Todos los comienzos son difíciles. No es sencillo intentar mejorar nuestras actitudes, pero si no lo hacemos la vida matrimonial estará llena de tensión y amargura. Pongamos en práctica los consejos de nuestros Jajamim y con seguridad, nuestra vida será otra completamente.

¡Qué Hashem bendiga nuestros hogares con el Shalom!

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